miércoles, 28 de mayo de 2008

Soneto


Navegando entre la duda y la certeza,
respirando el deseo, la tibia decadencia
de este instante interminable que atraviesa
como un clavo la piel de la impotencia.

Nadie nos vio salir de aquel seguro puerto
a esta suerte de ultramar que sozobrando
como un trozo de un amor que ya se ha muerto
yace en la inmensidad sólo flotando.


En el destino de los restos que ahora quedan
se apaga una flor, crece un silencio leve
que buscan ahuyentar olas bravías.

Las miradas se encuentran y no pueden
descubrir las correntadas que se llevan
lo que pasó y lo que no llega todavía.

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